En una época de cambios tan profundos como la que estamos viviendo, es muy representativo ver aparecer la imagen de una rana que, por su carácter anfibio y cambiante, simboliza la transición entre los elementos Agua y Tierra y los cambios del tiempo cíclico, el paso de la eternidad a lo efímero.
Con su croar repentino, las ranas dan aviso que esta cerca la llegada de la primavera; su canto anuncia el despertar anual de la Naturaleza tras la aridez del invierno.
Según los antiguos Egipcios, la rana representa al ser aún sin formar, símbolo por tanto del estado de indecisión o de duda, y a la vez de osadía, del que camina hacia la aventura de descubrir el misterio de sí mismo para transformar su vida.